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Silos, idílico puerto donde formalizar los sentidos.
Isla de silencio, refugio de almas peregrinas.
Allí donde el tiempo toma todo su sentido y la calma se ensambla como compañera de viaje.
Piedras milenarias, que imperturbables vieron pasar la historia, y relativizan la pequeñez de los hombres.
Nadie como el poeta para poner en su alforja, sentimientos, pasiones, sentidos.
“Al Ciprés de Silos - Gerardo Diego,
Versos Humanos, 1924
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.”
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