Con el regalo de la brisa azotando en la cara y el olor a sal dominándolo todo, puestos los sentidos en el horizonte, asiendo con fuerza el timón, dirigiendo la embarcación a mar abierto.
Tu contra la inmensidad azul, a ratos dueño de tu destino, en otros a merced de los vientos. Sólido y compacto en tierra, diminuto, mas parecido a cascaron de nuez cuando enfrenta el oleaje.
Sensación de más pura libertad. Mi barco y yo en pos del sol naciente acompañado por sirenas y delfines.
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