Me lo habían explicado muchas veces, y me había preparado física y psicológicamente para afrontar el reto, o eso creía.
Pero por más tiempo que preparación, nada parecido a la realidad.
El calor abrasador no es un mito, es sensación eternamente ardiente mientras el astro sol domina sobre el cielo. Te acompaña a donde quiera que pretendas esconderte y machaca tu cuerpo con despiadada crueldad.
La canícula perenne unido al silveteo constante de un viento que agiganta el bochorno, esta siendo capaz de turbar mis sentidos.
Pero sin duda lo que termina por desconcertarme es la inmensidad del lugar. Cada segundo que pasa mientras recorro las interminables dunas, me siento más pequeño.
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