Por Carlos Elipe, a medio camino entre la realidad y la ficción, parece que si hay más cosas que contaros. . . . . . . . .
sábado, 23 de enero de 2010
LA PRINCESA Y EL BUFÓN
Te contaré los avatares vitales de una joven y bella princesa.
Desde niña, pizpireta y despierta. Inteligente y educada en el trato. Y por encima de todo, amiga de sus amigos. Casada en trato paterno, desde muy temprana edad con un noble de rancio linaje mucho mayor que ella y para desventura de el, estéril en el resultado de la búsqueda de vástagos.
Su bandera, siempre caminar por la vida, haciendo de su sonrisa el mejor remedio para la desdicha propia y ajena.
Pero he aquí, que de un tiempo a esta parte, la pena se apoderaba día a día de su corazón, y le estaba borrado la feliz sonrisa que alumbraba cotidianamente su cara. Comenzó a sentirse infeliz, prisionera en cárcel de oro, desdichada cual pájaro enjaulado, y empezó a necesitar la ayuda de sus fieles vasallos, a los cuales antes, ella tanto había cuidado.
Y como imaginarlo. Como calibrar que aquel joven, bufón a ratos, humilde siempre, retorcedor de palabras imposibles, pudiera conseguir robarle el corazón. Pudiera con la sinceridad como argumento, transformar amistad verdadera en pasión abrasadora. Hacerla ver de nuevo la libertad y hacerla sentir por fin la belleza del amor correspondido.
Pero así son los cuentos de princesas. Donde el amor verdadero se sobrepone sobre todas las cosas.
Hoy, sin miedos, sin tapujos, pasean juntos de la mano bajo las estrellas. Y se les ve felices, y les brillan los ojos. Y ella de nuevo sonríe.
Hoy Romeo y Julieta saben que nada puede separarles.
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