Silencio atronador que amasa tormenta,
que poco a poco,
su volumen ensancha,
rebasando los límites de lo que toco,
cuanto sucede se agiganta,
se trasforma y se retuerce.
Tras la tempestad,
todo se empequeñece y se evapora,
la existencia se sosiega dominada por la calma,
dominada por el color de un nuevo amanecer.
Y que de nuevo,
cual vaivén de péndulo infinito,
brota enérgico un sentir,
como brota el agua fresca,
en el caño de una fuente de montaña.
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