Llega el anochecer. Cena tranquila y reposada a base de ensalada, pollo con setas y tartar.
Terminamos el día despacito, con una manzanilla en la hostería, entre sus maderas y las velas, mirándonos a los ojos, sin decir palabra alguna.
La princesa rendida por el cansancio, se retira a sus aposentos, mientras el escribano, recuerda, recrea, relata y borronea estas líneas en la terraza, a la tenue luz de las velas, bajo la atenta mirada de la luna y de las nubes que esta noche esconden las estrellas.
Enciendo el último cigarro, recostándome placidamente en el sillón que me cobija, mientras el frescor de la montaña acaricia mi cara y mis tobillos.
Mañana será otro día.
Por Carlos Elipe, a medio camino entre la realidad y la ficción, parece que si hay más cosas que contaros. . . . . . . . .
jueves, 9 de septiembre de 2010
DIARIO DE VIAJE
Del diario de viaje. Página 25, Día 7.
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