Nunca dos días se hicieron tan eternos. Nunca dos despertares fueron tan frenéticos. Cierro los ojos y veo nítida tu sonrisa. Te siento cerca. Hoy ya no imagino el sabor de tus labios en mi boca.
Hoy vivo a tu lado momentos mágicos, como los que un noble caballero puede vivir amando a su princesa. Hoy, ahora, los nervios, la resaca de lo que me acontece, la felicidad que me desborda y el corazón latiendo a toda prisa, no hacen que mi cabeza esté centrada, pero tengo la piel recubierta de tu olor y no puedo dejar de sonreír.
Se que eres mi mejor sueño, se que eres de verdad y que me gustas.
Miro el reloj de manera constante, como si con eso fuera capaz de hacer que el tiempo pasara más deprisa y llegara antes la hora de volver entre tus brazos.
Llega el alba y sale el sol, que brilla con fuerza. Es el momento de correr raudo a tu encuentro.
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