lunes, 8 de febrero de 2010

DESPERTARES

Recostado en la hamaca observo con detenimiento los aviones que sobrevuelan la isla. Miles de historias viajando por el aire hacia sus eminentes destinos.


Aquí ahora con Ulma a mi lado, disfrutando del sol de una tarde de verano en el caribe, rodeado de palmerales y cocoteros, y un dray martini entre los labios, repaso cuando éramos nosotros los que volábamos a ninguna parte.

No se que es lo que mas trastoca mi mente, si el brillante azul que refleja el mar a mis pies, el hipnótico color blanco de la gran playa que se extiende ante mi, o como le brillan a ella los ojos.

Pero creo saberlo, y es el saber que por ahora no subiremos a ninguno de esos aviones.

Pero un ruido me hace saltar del paraíso. Abro los ojos y veo las 06:45 en el reloj de la mesilla. He de levantarme para ir a la oficina.

Que mal llevo los despertares.

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