lunes, 23 de noviembre de 2009

SILENCIO Y RESPETO

He colocado mis vírgenes, mis santos y el rosario. He montado mi pequeña capilla, como siempre, junto al espejo de la habitación del hotel de turno.

El mozo ha subido el traje de la furgoneta, y parsimoniosamente lo ha colocado sobre la cama. Lo organiza con mimo, la camisa, el chaleco, el corbatín, la faja, los tirantes y por último la taleguilla, con un par de medias. La chaquetilla, rígida, blanca y oro, en el respaldo de la silla. La montera, solitaria, orgullosa, sentada sobre la misma silla. En un aparte la castañeta. Las manoletinas, negras, relucientes, juntas, a los pies de la cama.

Me visto despacio, ceremonioso ritual de silencio y respeto. Despacio como la tarde lo merece. Tarde de atarse bien los machos.

Terminada la litrgia, en la mano, el capote de paseo. Antes de salir de la habitación, unos segundos más de oración, otro rezo más ante la capilla improvisada. "Vamos pa’lante, Juan".

La salida del hotel, presagia lo que va a ser la llegada a la plaza. Un grupo de bulliciosos aficionados me escolta por el hall deseando suerte y buscando entradas.

Ya de camino al coso venteño, en la furgoneta, las ultimas plegarias, concentración, más silencio, caras circunspectas y sobrias en la cuadrilla.

La llegada a la plaza. La multitud se agolpa junto a la furgoneta, fotos, gritos, piden autógrafos y estampas. Nervios y empujones. Bullicio de la gente ávida de triunfo, habida de naturales y pies quietos, de trapío y bravura.

Parece mentira que en el patio de cuadrillas encuentre tranquilidad que necesito, siendo este el rincón del miedo para todos nosotros. El lugar de donde ya no hay retorno. Un punto y aparte.

Pero hoy es un día especial. En mi cabeza se agolpan los recuerdos de toda una vida. Tengo la boca seca. Hoy, sin duda, es el día más importante de mi vida como matador. Nunca mas volveré a sentir estos nervios que me aprietan el estomago, que no me dejan respirar.

Suenan clarines y timbales. Es la hora. Es el último paseíllo. Hoy me corto la coleta.


Dedicado al Puli, gran aficionado, buen amigo y mejor persona.

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