El que espera desespera.
Los nervios atenazan mi estomago, ni siquiera he podido cenar.
En estos últimos minutos he mirado al menos cien veces el teléfono por si
me llamabas, esperando cada vez que miraba, que así hubiera sucedido.
Tener noticias tuyas, saber de ti, qué te pasa, que está ocurriendo, hablar
contigo es algo que se ha hecho imprescindible en mi vida cada día.
Por fin suena el teléfono.
Corro el pasillo de casa a toda velocidad y me abalanzó sobre el terminal.
Ha sonado solamente cuatro veces, escaso diez segundos, pero me han parecido
eternos, pensando en que podrías colgar si no llega a descolgar el teléfono.
"Si, dígame" me sale temblorosa la voz, esperando tu respuesta al
otro lado.
"Le llamo de su operador telefónico".
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