Por Carlos Elipe, a medio camino entre la realidad y la ficción, parece que si hay más cosas que contaros. . . . . . . . .
lunes, 1 de marzo de 2010
ABUELOS Y NIETOS
Tarde de domingo invernal. Sentado en el restaurante de los domingos y las celebraciones familiares, en la mesa se siempre, con la chimenea a un lado y el ventanal que permite ver descargar la tormenta al otro.
Al fondo una gran mesa rectangular para dieciséis comensales. Los abuelos, sus cuatro hijos y parejas y la chiquillería.
Hoy celebran el ochenta cumpleaños del patriarca. Militar jubilado que la edad ha empequeñecido y endulzado. De tez curtida por los años de servicio y cuerpo enjuto. Vestido con su jersey de lana preferido y corbata de nudo perfecto.
Al entrar en la sala camina despacio y sonriente mientras ve a su familia levantándose para saludarle.
Besos, sonrisas y fotos. Verles es el resumen perfecto a una vida llena de vaivenes.
Pero no es el ultimo en llegar. Tres sillas vacías delatan la falta. Se abre la puerta y entran los últimos invitados. Está entrando por la puerta, el mismo, hace veinticinco años, su hijo mayor. Y detrás Maria. La niña de sus ojos. Sus diez años, coletas y gafitas le dan un aspecto divertido.
Ella al ver a su abuelo sale corriendo.
Todo lo anteriormente descrito no es más que una excusa para hablar de ese abrazo, del abrazo entre abuelo y nieta. Ella no le llega mas que a la cintura y el tiene que agacharse. Seis segundos eternos de ternura y cariño. De complicidad y juegos. De paseos y chuches a escondidas.
Dos generaciones unidas en el respeto y admiración.
Dedicado a esos abuelos que dedican su tiempo en cuidar de sus nietos.
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