viernes, 22 de mayo de 2015

COMO BONNEI Y CLYDE

El calor sofocante, como si fueran las cinco de la tarde del quince de agosto. El ambiente está cargado, casi irrespirable. Para aplacar la tensión, pido al triste abogado de oficio que me han asignado que rebusque en mi ajada americana un cigarrillo que llevarme al pecho, pero ni eso.

Que hubiera pasado si la respuesta hubiera sido no. Cual serian las consecuencias de la irrefrenable locura acontecida en la noche de autos, si la respuesta hubiera sido no. Cual fortuna disfrutaríamos si la respuesta hubiera sido no.

Cruzarse en mi camino ha deparado en el mayor de los acontecimientos de mi vida.

Hoy, aquí y ahora, solo y desarmando, esposado en el banquillo, esperando a ser juzgado, no me arrepiento de lo que hemos conseguido. Mi alma llena de nostalgia y mi cabeza de recuerdos, de momentos en los que nos creímos Bonnie y Clyde, atropellando a balazos la vida.


Que perro se presenta el fututo y como resuena lo bien que susurraba Antonio rasgueando su vieja guitarra:“No creo mas infierno que tu ausencia, paraíso sin ti yo lo rechazo, que ningún juez declare mi inocencia.”


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