Solo entre tanta gente. En medio de la multitud el recogimiento el sublime. Parado, quieto, inmóvil, de pies en medio de una calle a otra hora ocupada por el ruidoso trafico capitalino, me sumerjo en los pensamientos más básicos pero esenciales.
El suave terciopelo que acaricia mi cara y que me hace pasar calor y agobio indescriptible, es sin embargo el mejor escudo.
Cada uno lleva las cosas como quiere o puede, yo lo hago en mi verdad, en mi penitencia del sofoco y de no poder ver lo que me gusta, teniendo así las cosas todo el sentido.
Suena a lo lejos el golpeo de un martillo. Dejo que la emoción recargada durante un año de larga espera invada mi alma.
Suenan los primeros aplausos que no son para mi, pero que siento como míos. Y se hace la gloria visible, y se encogen los corazones mas duros.