martes, 8 de diciembre de 2009

PASCUA

Hoy han encendido el alumbrado navideño de la ciudad. Me gusta ver reflejado el brillo de las luces en los ojos de la gente, en los ojos de los niños, abrigados con bufandas y guantes de colores. Me gusta sentir el frío en las mejillas y no puedo resistirme al olor a gofres y castañas asadas. Me gusta enviar crismas y aun más recibirlos. Me gustan los preparativos del árbol, del belén, de la cena de noche buena y me sorprendo entonando el soniquete de los niños de la lotería.

Me gustan como lucen las caritas de los niños cuando escriben la carta a los reyes magos y que afán limpiamos los zapatos.

Me gustan los reencuentros con los amigos en largas comidas navideñas.


Se que mucha gente protesta por este estado de enajenación transitoria de buenos deseos de una sociedad hipócrita, ególatra y consumista. Me gustaría que las cosas fueran de otra manera para la gente que no tiene tanta suerte como yo, pero yo no tengo la culpa y solo intento ser feliz.

No puedo evitarlo, me gusta la Navidad.

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