Albahaca, celindas, calas y geranios. En la terraza brota la primavera a golpe de verdor.
De fondo la montaña, pinar infinito, lagartijas, mariposas y cielo azul. Recostado en la hamaca, con el último de Gabo entre las manos y saboreando un negro café africano.
Como música el murmullo infinito del río que nace unos cientos de metros mas arriba, y multitud de pajarillos que pían sin cesar.
Descalzo, con los pies rozando la hierva, aun húmeda del rocío matinal. Tranquilidad y sosiego. Esto es vida.
Empiezo las vacaciones desenganchándome del fervor urbanita, con trazos de resaca, que mantienen un ligero dolor de cabeza mitigado con el ibuprofeno de marras.
Dejar la mente en blanco y zambullirte en lo que está por venir, lo que voy a sentir.